La tecnología ha permitido que el sector financiero automatice sus procesos para que los consumidores desatendidos de este mercado obtengan créditos integrados y a la medida de sus necesidades; acercándose así a una democracia crediticia.
La historia de América Latina, en términos democráticos, se ha visto permeada por la lucha constante de las clases sociales por alcanzar una utopía de bienestar que, incluso ahora, se ve lejana debido a las situaciones que han impactado a nivel global, no solo en la región.
Ante este panorama, es comprensible que los pobladores de estas ciudades busquen y prueben diferentes negocios para satisfacer sus necesidades, pero ¿cómo obtendrían el capital para realizar una primera inversión? O ¿cómo un microempresario lograría obtener liquidez si no cuenta con algún historial crediticio que lo respalde para así potencializar su negocio? En el sector financiero, estos cuestionamientos han sido abordados por diferentes instituciones gubernamentales y privadas, pero no fue hasta hace unos años, en América Latina, que la digitalización de la banca permitió a estas financieras democratizar los créditos en diferentes regiones.
La idea es sencilla: con la tecnología como herramienta se asentaron programas más eficientes, rápidos y a menor costo. ¿El resultado? Fácil acceso a créditos para Pymes y público en general. Aunque la nueva incógnita sugiere: ¿con esa acción será suficiente?
Inclusión, el concepto con mayor peso en la evolución del crédito
El informe “Panorama anual de Inclusión Financiera 2021″ desarrollado por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) señala que “la inclusión financiera busca que la población mejore la administración de sus recursos a través del acceso y uso de productos y servicios financieros, como el ahorro, el crédito, los seguros y el ahorro para el retiro.” Esta definición presenta un área de oportunidad para que las compañías se comprometan a mejorar las prácticas que beneficien a los ciudadanos.
En las financieras, los avances se presentaron con el uso de herramientas digitales. Con ello se automatizan procesos simples con modelos de analítica avanzada que, por ejemplo, pueden tomar decisiones crediticias en menos de 17 segundos.
De acuerdo con la CNBV, los impactos positivos que se han demostrado en la democratización financiera son: resiliencia, aprovechamiento de oportunidades, inversión de activos, incremento del bienestar social y empoderamiento de las mujeres. Además, el mismo informe indica que se han detectado efectos indirectos en niveles micro y macroeconómicos, como crecimiento económico, disminución de la corrupción e informalidad y ahorros en el gobierno.
El camino para democratizar los créditos en la región
Una de las vías para la democratización crediticia es la implementación de soluciones integradas y construidas a escala; es decir, que sean un ‘traje a la medida’ para los clientes. Entre éstas, destacan tres tipos de créditos:
• Préstamos al consumidor, donde se obtengan los bienes o la liquidez que necesitan, con un plan de pago que se ajuste a sus necesidades.
• Préstamos para pequeñas y medianas empresas, donde se ofrezcan soluciones financieras innovadoras para apoyar sus objetivos comerciales.
• Préstamos digitales, donde se brindan servicios crediticios a la medida para instituciones financieras y no financieras que buscan incluir más datos y tecnología en sus procesos.
En cualquier dirección, las compañías deberán trabajar en conjunto con sus socios para diseñar y operar soluciones de crédito inteligentes que logren el máximo impacto para sus negocios, sin exponerlos a préstamos insostenibles que incrementen las tasas de morosidad y desigualdad de oportunidades en la región para alcanzar la democratización que Latinoamérica necesita.
Fuente: El Financiero