Las zonas de riesgo económico en América Latina para este año.

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No han sido años fáciles para los países de América Latina que han debido enfrentar, al igual que el resto del mundo, el impacto de varios shocks distintos: la pandemia de Covid-19, la invasión de Rusia a Ucrania, el endurecimiento de las condiciones financieras e inestabilidades políticas, situaciones que han llevado a que buena parte del continente y sus gobiernos se inclinen hacia la izquierda.

La región como un todo terminará creciendo el año entrante entre 0,7% y 1,7% de acuerdo con los organismos multilaterales y bancos de inversión, lo que está por debajo del promedio de 3,7% que se preveé para 2022.

El próximo ejercicio se ve complejo, señalan los expertos. Las economías tendrán que continuar enfrentando la caída de actividad que han generado las alzas de tasas de interés emprendidas por los bancos centrales para detener los aumentos de precios. Aunque la inflación parece haber tocado techo, sigue siendo alta y las expectativas se han visto sacudidas por la incertidumbre y el ruido político.

Esto ha generado una aversión al riesgo de parte de los inversionistas que ha significado aumentos adicionales en los costos de financiamiento, lo que se ha unido a una alta volatilidad en los mercados, profundizada por la inestabilidad política de algunos países en el continente.

Toda esta situación ha inducido en menores flujos de capital, lo que ha incrementado la volatilidad de los tipos de cambio.

Ahora bien, a partir de 2024, América Latina recuperaría algo de dinamismo. “Una combinación de desinflación moderada, debilitamiento del crecimiento y disminución de las presiones sobre el tipo de cambio está generando llamados a los bancos centrales de América Latina para que finalicen sus ciclos de aumento y comiencen a considerar recortes”, señala el estadounidense JPMorgan.

Algo similar espera Morgan Stanley, quien dice que es posible que “posturas políticas más estrictas y una desaceleración global podrían causar una desaceleración en 2023, pero la mayoría de los países deberían recuperarse y experimentar un mayor crecimiento en 2024”.

“La buena noticia es que es probable que la inflación continúe cayendo en la mayoría de los países, terminando 2023 a mitad de camino a niveles consistentes con la estabilidad de precios”, dice el Bank of América. Agrega que, “dentro de los mercados emergentes, Asia debería tener un rendimiento superior, liderado por China. Si la reapertura se materializa sin problemas, deberíamos observar una aceleración secuencial en la actividad económica china hacia el segundo semestre de 2023, lo que eventualmente debería favorecer a Latinoamérica”.

Para BlackRock Investment, “América Latina reflejará tasas de intereses más altas y una recesión económica mundial afectará el crecimiento en la región el próximo año. Los aumentos más tempranos y más pronunciados también significan que los ciclos de relajación podrían comenzar a mediados de año y estimular un repunte del crecimiento en 2024”.

De todas formas, la Cepal es lapidaria en advertir que el crecimiento potencial, que es la capacidad que tienen las economías de crecer con sus factores de producción disponibles, se mantendrá en torno a 2% en los próximos años. Con ello, la expansión de este período es peor que, incluso, a la época de la llamada década perdida del América Latina durante los años ’80. La tasa de crecimiento real del PIB para la región fue de sólo 2,3% entre 1980 y 1985.

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