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Europa y América Latina pactan nueva agenda de inversiones

La Cumbre de jefes de estado UE-CELAC dio un aire de esperanza a las relaciones transatlánticas al establecer una nueva agenda de inversiones de 45.000 millones de euros hasta el 2027 para sectores clave como la transición verde, la transformación digital o el desarrollo humano.

Para mantener el impulso, CAF y España organizarán en septiembre de 2023 la primera reunión de ministros de Finanzas de la UE y América Latina y el Caribe, que definirá proyectos de inversión en todos los países de la región y acercará todavía más a dos bloques determinantes para la cooperación y el desarrollo global.

Tras ocho años de relaciones intermitentes, Europa y América Latina y el Caribe están tendiendo puentes sólidos de cooperación, inversiones y desarrollo. A través del Global Gateway, la UE invertirá 45.000 millones de euros en América Latina y el Caribe para impulsar la lucha contra el cambio climático, promover las energías renovables, los servicios digitales, la electromovilidad y una forma más estratégica y sostenible de aprovechar los recursos naturales.

CAF y España darán continuidad al impulso de las relaciones entre ambas regiones el en septiembre del 2023, cuando organizarán en Santiago de Compostela la primera reunión de los 27 ministros de Finanzas de la UE y de sus 33 pares de la CELAC. En este encuentro se dará continuidad y concretará la agenda de inversiones y el listado de proyectos trazados en Bruselas, especialmente en temas de transición verde, transformación digital y desarrollo humano. 

“América Latina y el Caribe tienen mucho para aportar al presente y el futuro de Europa. De la misma forma, Europa tiene la capacidad de aportar a nuestra región como un todo, pensando en el beneficio de los ciudadanos y el planeta. Tenemos una capacidad demostrada para proponer ideas, soluciones y caminos de acción provechosos y con alto impacto. Las dos regiones son compatibles en sus valores, su visión del desarrollo y su comprensión del mundo. Somos un producto común de la historia”, dijo Sergio Díaz-Granados, presidente ejecutivo de CAF.

La cumbre UE-CELAC terminó con una declaración que subraya la necesidad de fortalecer el sistema multilateral y la cooperación birregional para lograr los objetivos de la Agenda 2030, y para abordar conjuntamente retos como los derechos humanos y laborales, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, los alimentos y la seguridad energética, la migración, la salud y la digitalización. Los mandatarios también se comprometieron a movilizar capital privado y financiamiento público para el desarrollo sostenible.

En este sentido, durante la cumbre, CAF, la Comisión Europea, y el BID organizaron una mesa empresarial para definir la hoja de ruta con las prioridades estratégicas de la UE para invertir en América Latina y el Caribe, impulsando las transiciones digitales y verdes justas.

Actualmente se han identificado más de 130 proyectos latinoamericanos y caribeños en los que las instituciones europeas pueden invertir. De ellos, CAF ha identificado 67 iniciativas nacionales y regionales, como las relacionadas con llevar conectividad al 85% de los colombianos para el 2026, la producción de hidrógeno en Chile y Uruguay, la movilidad sostenible en San José, Quito, Bogotá, Montevideo y Sao Paulo, la masificación de la energía renovable en Jamaica, y proyectos de agua y saneamiento para combatir la malnutrición infantil crónica en todo Ecuador, entre otros.

Fuente: CAF, Banco de Desarrollo de América Latina y El Caribe

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Latinoamérica va superando la prueba de la alta inflación

Los años precedentes han puesto a prueba a la economía global. Primero, con una pandemia no vista en un siglo; segundo, con una fuerte aceleración de la inflación no experimentada en décadas; tercero, con una respuesta de política monetaria significativa, con incrementos en los tipos de interés a niveles no observados en los últimos 15 años y una velocidad de ajuste sin antecedentes en al menos 30, por resaltar sólo algunos factores.

En este entorno, y recordando los difíciles años ochenta en Latinoamérica, producto, entre varias cosas, de un fuerte aumento en la inflación global y una respuesta de política muy agresiva desde la Fed, resulta oportuno e interesante evaluar cómo sobrelleva la región este contexto, y cuáles son las perspectivas para los próximos años.

Latinoamérica en 2020 presentó una fuerte contracción económica (-6,5%) liderada por Venezuela y Perú, pero también ha experimentado una importante recuperación. Para tener alguna perspectiva, España al cierre de 2022 mantenía un PIB inferior al observado en 2019 (98,7%) mientras la región lo supera (103,6%), con Colombia (110,4%) y Chile (107,4%) a la cabeza.

Para 2023 y 2024, Latinoamérica tendrá un crecimiento del 1,1% menor que el 2,9% esperado en el ámbito global. Esto surge, entre varios factores, de un fuerte incremento de los tipos de interés, entre 7,5 puntos básicos (pp) y 11,75 pp en los principales países de la región (excluyendo a Argentina), aumento que no sólo supera lo experimentado entre economías desarrolladas (5 pp de EE UU y 4 pp de la eurozona), sino también fue más temprano y más acelerado.

Esta respuesta de política se explica por el repunte en la inflación, alcanzando el 13,4% en Chile o el 13,3% en Colombia, las mayores excluyendo a Argentina y Venezuela, quienes enfrentan retos diferentes, y por una mayor sensibilidad a la inflación para mantener la credibilidad de los bancos centrales ganada desde los noventa.

El beneficio de este ajuste anticipado y marcado es que la inflación en la región comienza ya a ceder más decididamente, en especial en Brasil, que lideró el ajuste monetario, pero está todavía algo rezagada en Colombia y presenta grandes retos en Argentina. La mayor parte de Latinoamérica, excluida Argentina, observará reducciones de los tipos de interés en 2023, antes de lo esperado para EE UU o la eurozona.

Así, en este año se ha materializado una apreciación de la mayoría de las monedas y una moderación de las primas de riesgo de la región, motivado entre otros factores por la confianza en la institucionalidad económica, en especial en el frente monetario. Una prueba que esta situación fue muy distinta a la experimentada en el pasado en parte por la mejora institucional alcanzada.

Fuente: El País